La vida dels missioners sovint s'envolta de tocs heroics, a vegades se'ls tanca en una bombolla d'espiritualitat, a vegades se'ls acusa de ser activistes...Sigui com sigui, missioners en trobem de tota manera, com persones hi ha al mon. Cada missioner és únic i irrepetible. I la seva forma de portar endavant la missió, també és única i irrepetible. Avui volem compartir el testimoni de Manolo Fortuny, missioner mallorquí, que té una forta relació amb la comunitat jesuïta de Lleida. Des la parròquia de Sant Ignasi es dona suport a la seva tasca, qui vulgui pot col·laborar fent un donatiu a: Caixa Catalunya nº 2013 0317 13 0200748695, especificant "pels nostres missioners". En aquest petit exemple es pot veure la vida d'un missioner al detall:
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Mosaic d'imatges de la realitat que envolta al P. Fortuny |
Daniel Komé, marido de Ñey, de quienes tantas veces os he
hablado, desde ayer tarde ha desaparecido de su pueblo, Kouma. Recordaréis que
tuve una intensa relación con ellos cuando las sucesivas muertes de hijos
pequeños les asediaron con una enorme presión social por parte de la familia de
Ñey que atribuía esas muertes a poderes maléficos de Daniel, y la instaban a
que dejase a Daniel. ¡Qué dura y absurda es esa creencia de que toda desgracia
tiene siempre detrás un culpable, y por ello hay que hacer lo posible por
encontrarlo! Pero ella se mantuvo a su lado. Desde entonces han tenido otros
tres hijos, y todos están muy bien. Pero Daniel, de vez en cuando tiene sus
crisis, y parece que ayer tarde entró en una de ellas, con final imprevisible.
Desapareció en bicicleta, cuando no estaba Ñey en casa. Un vecino lo vio cómo
tomaba un sendero hacia el río. Hoy han encontrado la bicicleta en el suelo, a
3 km del pueblo. La alarma ha cundido en el vecindario, y han comenzado a
llegar personas, una veintena, que sentados a la sombra del mango de su corral,
adelantan el luto en un silencio difícil de soportar. Mucha gente se ha
organizado para rastrear los aledaños del río, y preguntar en todos los
campamentos nómadas de los alrededores: ningún resultado positivo. Tatemoë está
muy cerca de esta zona, y los hombres de dicho centro de formación se han
sumado a la búsqueda. Al anochecer Jean Ngabó me llama por teléfono para
decirme que cuando todavía no había regresado a casa por el rastreo, Daniel ha
entrado en Tatemoë, y se ha encontrado con una mujer mayor que vive con una de
las familias de allí. Le ha pedido agua y le ha dado un puñado de cacahuetes
porque tenía hambre. Mientras la mujer se ha ido para avisar a los otros
hombres para retenerlo, Daniel ha huido de nuevo saltando la valla de Tatemoë.
Incomprensible comportamiento el suyo,
en un hombre que es el responsable de las comunidades de su zona. Tranquiliza
saber que no se ha suicidado, pero preocupa mucho su desequilibrio mental.
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